¿Cómo comenzar a trabajar con el mundo espiritual?

Esta pregunta ha llegado a mí a lo largo de muchos años, y las personas suelen querer saber cuáles son los primeros pasos que deben tomar, qué cosas deben hacer y cómo llevar a cabo el trabajo con el mundo espiritual. Para abordar todas estas inquietudes, es crucial comprender desde qué perspectiva me estoy posicionando. Debo señalar que mi enfoque solo abarca una visión posible del asunto, no todas. Por lo tanto, si tu perspectiva difiere, te recomendaría explorar otras fuentes.

Para aquellos que no estén familiarizados, mi visión del universo es de naturaleza animista, y profeso una creencia politeísta. En este sentido, los modelos propios del psicoanálisis de Jung y el sincretismo indiscriminado del posmodernismo mágico no se ajustan a mi cosmovisión. Cabe destacar que cada individuo puede tener su propia interpretación y enfoque en el trabajo espiritual, y lo que aquí comparto es simplemente una perspectiva entre muchas.

El mundo espiritual se revela como un vasto y complejo entramado, compuesto por una amplia variedad de entidades incorpóreas. Entre ellas, se encuentran dioses y diosas, espíritus planetarios, almas de los fallecidos, espíritus de la naturaleza, y la lista podría extenderse aún más. A pesar de sus diferentes naturalezas y clasificaciones, existen principios fundamentales que rigen la interacción con cualquier entidad espiritual. Más adelante, exploraremos algunos detalles específicos al hablar de dioses en particular y destacaremos las diferencias con otras formas etéreas.

Un principio esencial al aproximarnos al mundo espiritual es hacerlo con respeto. Independientemente de la entidad con la que decidamos trabajar, el respeto se erige como una piedra angular, ya que estas fuerzas existen desde tiempos inmemorables, mucho antes de la presencia humana, y perdurarán más allá de nuestro tiempo en este plano. En segundo lugar, es crucial comprender que ninguna entidad espiritual debe ser vista como un mero dispensador de deseos. La noción de invocar a una entidad para solicitar favores, obtener ciertos resultados o manifestar nuestros anhelos, por más tentadora que parezca, refleja una comprensión limitada de cómo interactuar con lo espiritual. Ninguna entidad está ahí para servirnos, satisfacer nuestros caprichos o cumplir nuestros deseos, y abordar el mundo espiritual de esta manera solo conduce, en el mejor de los casos, a la frustración.

Las entidades, más allá de cualquier categorización, carecen de un sentido moral o ético intrínseco. Estos aspectos pertenecen al ámbito humano, y la noción de un Bien o un Mal absoluto no se pueden atribuir a estas entidades. Es un error pensar que una entidad o espíritu solo es adecuado para ciertas acciones específicas. No obstante, es lógico reconocer que invocar a una entidad cuya naturaleza es el caos y la destrucción puede no ser la opción más propicia si nuestro objetivo es alcanzar la estabilidad y el éxito. Aunque carezcan de un sentido moral o ético, no significa que no posean ciertas inclinaciones que puedan facilitar ciertos propósitos.

Otro elemento crucial de comprender es que cada entidad posee su propia personalidad. Algunas pueden manifestarse de manera amable, mostrando un rostro más humano y cercano, mientras que otras pueden percibirse como más agresivas o amórficas. Además, el mundo espiritual en su totalidad tiene su propia agenda; ninguna entidad está constantemente pendiente de nuestras acciones ni espera ser convocada en cada ritual. La noción romántica de que estas entidades se sientan en un trono entre las estrellas, velando por el avance del iniciado, es una idea que dista mucho de la realidad. Creer que el mundo espiritual no tiene ocupaciones más allá de atender los dramas cotidianos humanos subestima significativamente el papel de estos seres y, por otro lado, sobredimensiona la importancia del ser humano en el universo.

Antes de embarcarnos en el contacto ritual con el mundo espiritual, es crucial hacernos dos preguntas fundamentales: ¿Para qué? ¿Por qué? Estas interrogantes son imperativas y deben ser abordadas individualmente. El trabajo con lo espiritual no debería tomarse a la ligera en la actualidad. Es común observar que alguien trabaje con Hécate un día y llame a Kali al siguiente, sin haber profundizado en ninguna de las dos experiencias. Si buscamos abordar este trabajo de manera seria, no podemos aproximarnos como si estuviéramos visitando un restaurante de comida rápida. Conocer nuestras motivaciones y comprender el propósito detrás de nuestras acciones es esencial; de lo contrario, los resultados pueden diferir considerablemente de nuestras expectativas. Estas respuestas son individuales y personales, y nadie más puede proporcionarte tus propias motivaciones.

Una vez que hayamos respondido con claridad a estas preguntas fundamentales, el siguiente paso es considerar la entidad con la que deseamos trabajar. Aquí es importante hacer una pausa para destacar que no es necesario trabajar con dioses para realizar magia; no es una obligación y, históricamente, los dioses no han sido parte de todos los procesos mágicos, al menos no de manera universal. Esta elección es personal y cada individuo puede decidir en función de sus propias inclinaciones y creencias.

Si optamos por trabajar con una entidad, el primer paso es investigar su mitología. Para ello, es crucial acudir a fuentes concretas, ya sean mitológicas, históricas, religiosas (en el caso de divinidades de culturas específicas) y, finalmente, antropológicas para obtener una comprensión más amplia. La consulta de opiniones de magos sobre el tema puede dejarse para el final, ya que estas perspectivas suelen ser construcciones subjetivas basadas en experiencias personales, independientemente de cuán «académicas» pretendan ser.

Es esencial entender que no se puede separar a una divinidad de su contexto cultural, por lo que es crucial evitar la apropiación cultural. A menudo, se observa que las personas toman lo que un mago dice y lo replican sin considerar el contexto histórico o religioso de la entidad en cuestión. Un ejemplo ilustrativo es cuando alguien preguntó si la diosa hindú Kali podría ser de alguna manera una «Máscara Deifica» de Lucifer, basándose en una afirmación de cierto autor. Esta idea no solo es errónea, sino también absurda y perturbadora. Comprimir todas las divinidades en una licuadora y esperar que surja algo coherente es un enfoque irrespetuoso. Respetar la gnosis personal de cada uno es importante, pero afirmar arbitrariamente que una diosa como Kali es una máscara de Lucifer demuestra ignorancia y una apropiación cultural sin comprensión. Es fundamental pensar por uno mismo en lugar de reproducir sin sentido las afirmaciones de ciertos personajes que parecen más interesados en contar cuentos fantásticos que en transmitir conocimiento auténtico.

Además, es importante comprender que no todas las entidades con las que nos encontramos hoy día pueden ser consideradas «dioses». La condición de ser un dios o diosa implica cumplir con ciertos requisitos fundamentales. Los dioses desempeñan roles esenciales en el universo y el cosmos, aunque no siempre son seres creadores, cumplen con principios fundamentales que a veces generan confusión. Incluso existen dioses menores que, aunque no tienen un papel tan protagónico, siguen siendo igualmente importantes. La clave para distinguir si una entidad puede considerarse o no un dios radica en explorar la mitología. Al estudiar sus roles y la historia asociada, podemos determinar si han tenido culto y qué ofrendas han recibido, proporcionando valiosas pistas.

Es esencial comprender que los dioses no son omnipotentes. Aunque son figuras cósmicas con un poder muy superior a lo que podemos imaginar, no pueden hacer todo ni lo saben todo. Por lo general, tienen áreas específicas de poder. La noción de omnipotencia proviene de religiones imperativas que, en un intento de consolidar creencias previas, crearon un dios único con un poder ilimitado.

Trabajar con un dios o diosa no siempre es la mejor respuesta. Los dioses son entidades distantes de los seres humanos y no tienen un interés intrínseco en nuestras vidas. El trabajo real con un dios es a largo plazo; primero, debemos atraer su atención, luego establecer una relación y, mediante el intercambio, podemos recibir su influencia en nuestras vidas. Sin embargo, es crucial tener en cuenta que recibir la ayuda de una divinidad no siempre cumple nuestras expectativas. A veces, es lo opuesto o puede tomar tiempo manifestarse. Los cambios pueden ser permanentes e irreversibles, y si el dios o la diosa considera necesario alterar nuestras vidas, lo hará sin pedir permiso. La entrega, la confianza y una serie de compromisos son elementos esenciales para trabajar con estas fuerzas.

La conexión fuerte con un dios, después de años de trabajo, puede llevar a que ambas voluntades se combinen, y la persona se convierta en un sacerdote o sacerdotisa de esa fuerza. Sin embargo, esto es menos común de lo que se cree. Es una tarea titánica que pocos alcanzan y menos aún sienten este complejo llamado.

Dada la complejidad del trabajo con los dioses, existen otras opciones más accesibles. Trabajar con espíritus que están más cercanos a nosotros resulta más simple, ya que estos entienden mejor nuestros deseos y anhelos al tener una mayor proximidad con la experiencia humana. Aunque el trabajo con estos espíritus puede ser más rápido, los efectos suelen ser menos duraderos, lo que implica realizar un trabajo más constante para mantener resultados prolongados.

Es recomendable conectarnos con espíritus relacionados con nuestro entorno directo y nuestra cultura. Aunque no está excluido trabajar con espíritus de otras culturas, resulta más fácil acceder y establecer conexiones significativas con aquellos que están más cerca de nuestra realidad cotidiana. Trabajar con nuestros propios ancestros, espíritus de plantas locales o entidades relacionadas con nuestra cultura puede simplificar el proceso. Por ejemplo, como occidentales, puede ser más fácil trabajar con elementos de nuestra propia cultura en lugar de aventurarnos con espíritus de mitos japoneses, que, aunque fascinantes, requerirían un conocimiento profundo del idioma y la cultura para evitar caer en la apropiación cultural.

Independientemente de si elegimos trabajar con muertos, antepasados, espíritus de la naturaleza, ángeles, demonios, espíritus planetarios o dioses de un determinado panteón, hay cuestiones transversales que debemos abordar en los inicios de nuestro trabajo. Veamos algunas de ellas:

Aprender sobre la entidad es el primer paso crucial en tu camino espiritual. Utiliza todas las fuentes disponibles, desde mitología y historia hasta cuentos y fábulas. No subestimes la importancia de comprender la impresión subjetiva de un mago, pero siempre ten en cuenta que es una interpretación personal.

Entiende la motivación detrás de tu elección. Antes de proceder al ritual, busca comprender los motivos que te han llevado a querer trabajar con una entidad específica. Esta comprensión te facilitará el camino hacia una conexión más profunda.

Evita hacer mixturas sin sentido. Puedes ser politeísta o ecléctico, pero es crucial no caer en la apropiación cultural ni en sincretismos sin base lógica. Cada entidad tiene su razón de ser, y mezclarlas sin respeto puede afectar tu relación con las fuerzas espirituales.

Trabaja siempre desde el respeto. Considera a las entidades como posibles aliados y mentores, procediendo con respeto incluso si no sientes afinidad con alguna. Nunca intentes dominar la voluntad de una entidad, ya que las consecuencias pueden ser negativas. Equilibrio y firmeza serán tus mejores aliados.

Construye un altar para la entidad. Una vez que hayas decidido con quién trabajar, crea un espacio dedicado a esa entidad. No necesita ser elaborado al principio, pero con el tiempo puedes añadir ofrendas como comida, bebida y flores.

Medita a diario con la entidad. Expresa tus deseos y motivaciones mientras meditas, estableciendo una conexión más profunda. No contraigas deudas espirituales que puedan desequilibrar tu vida, es decir, no prometas algo que no vas a poder cumplir.

Utiliza un método de adivinación. Si aún estás desarrollando habilidades para el contacto directo con el mundo espiritual, recurre a métodos adivinatorios para comprender la voluntad de la entidad.

Trabajos avanzados. Una vez establecida la conexión, podrás explorar trabajos más avanzados, como el contacto directo, la recepción de información específica, el apoyo en trabajos mágicos, proyecciones astrales, trabajos de sueños, invocación y posesión.

Espero que esta guía te sea útil en tu trabajo con entidades. ¡Saludos!

Daemon Barzai

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