El Eterno Buscador
Hoy les quiero hablar sobre algo que es un gran tema entre los practicantes de lo oculto, y es lo que yo denomino «El Eterno Buscador». Ese personaje que se pasa toda la vida saltando de un paradigma en otro, que hoy quiere ser un mago ceremonial, pero cuando descubre la astrología, ya deja la magia ceremonial para ser astrólogo, pero ante el primer desafío de un cálculo, deja la astrología y se va a estudiar las runas, pero cuando descubre que tiene que practicar a diario, ya siente el llamado de la Necromancia y quiere ir por el camino de los muertos, hasta que… inserte aquí la excusa de turno. Porque siempre hay una.
Creo que todos hemos pasado, de un modo u otro, por esto. Todos hemos tenido nuestros llamados, nuestras dudas, nuestras búsquedas, y si bien soy el primero en decir que sí, podemos experimentar, y claro que podemos cambiar de tradición o de paradigma, incluso ser parte de más de uno —yo soy un ejemplo de ello, estoy iniciado en varias cosas y he experimentado con un poco de todo— también soy el primero en decir que para desechar algo, primero lo tenemos que haber profundizado. No se puede descartar un camino porque simplemente vimos dos videos en YouTube, leímos medio libro o hicimos dos rituales mal ejecutados. No es que una inmersión superficial te da autoridad o comprensión real sobre esa tradición o paradigma, al contrario, nada más lejos de la realidad. El conocimiento superficial es uno de los grandes males de estos tiempos.
El camino mágico-espiritual es un sendero que demanda mucho de quien lo quiera transitar. No es posible ser un buen practicante y llegar lejos si todo el tiempo estás cambiando de tradición mágica, de sistema, de símbolo, de nombres para los mismos conceptos. Porque un camino mágico-espiritual auténtico —y atención, cuando digo auténtico no me refiero a que tenga linaje, ni que tenga miles de años, ni que venga con pergaminos certificados— digo auténtico para quien lo practica, para quien de verdad lo vive, lo siente y lo sostiene con convicción. Y eso, créanme, no abunda.
Debemos salir de este modelo de gratificación instantánea que impera en el mundo actual. La magia, la brujería y la espiritualidad no son contenido para consumo rápido. Son elementos sacros, y como tales no pueden tener el mismo valor que publicar un reel en Instagram o consumir una tendencia efímera. Si estás abordando lo oculto con la misma lógica de inmediatez con la que mirás TikToks, hay algo que estás haciendo mal. Porque esto no se trata de entretenerse ni de recibir likes. La espiritualidad mágica es un camino lento, profundo, y muchas veces incómodo. Requiere estudio diario, requiere práctica diaria. No es una cosa que se hace cuando te sobra el tiempo. Y si solo lo hacés cuando te sobra el tiempo, entonces no te sorprendas si no avanzás, si no ves resultados, si todo te parece igual que antes.
El otro gran problema, el que muchos no quieren ver, es que siempre hay una excusa para no hacer o para cambiar de paradigma. Esto también tiene que ver con el mal de la gratificación instantánea. Me aburro, cambio. Me frustro, cambio. Me da fiaca, cambio. Creyendo que cambiando de paradigma voy a encontrar lo que estoy buscando. Pero… ¿te has detenido un momento a preguntarte seriamente qué es lo que estás buscando? Porque acá está la trampa. Mucha gente llega a mí con mil preguntas, pero ninguna respuesta. Pretenden que uno les dé una verdad revelada cuando ni siquiera se han planteado las preguntas esenciales. Y no es que yo o alguien más te podamos responder eso. Es algo que solo vos te podés responder. Es duro, pero es lo que es. No busques afuera lo que tenés que encontrar dentro tuyo.
El problema con ir cambiando todo el tiempo de paradigma es que, primero, no se profundiza en nada. Entonces vemos a un montón de personas con un conocimiento muy superficial de todo, repitiendo frases hechas, hablando como si fueran autoridades en el tema, pero al final, es fácil ver que lo que dicen no tiene raíz, no tiene carne, no tiene experiencia real. Segundo, se corre el riesgo de caer en la paja mental. Claro, si vas saltando de un lado al otro, en su mayoría leyendo sin practicar, es muy fácil autoconvencerse de que uno ya aprendió todo lo que había que aprender, que ya está, que no hay nada más. Entonces es tiempo de seguir adelante, porque un nuevo sendero te está llamando. Pero no, eso no es un llamado verdadero. Es solo la mente buscando la novedad. Y esa novedad, a la larga, se vuelve vacía.
Y ojo, lo vuelvo a decir, todos podemos cambiar de tradición o enfoque. No hay problema con eso. No es que uno se tenga que casar eternamente con tal o cual sistema mágico. Pero cambiamos cuando algo de verdad ya no nos resuena, cuando sentimos que no nos está llevando a ningún lado. Ahí sí, yo soy el primero en decirte: cambiá. Porque si lo que estás haciendo no te mueve el alma, no te despierta nada, no te transforma, entonces por ahí no va la cosa.
¿Pero cómo se puede remediar esto? Es una pregunta compleja, porque primero tenemos que aceptar que no todo viene rápido. Que esto es lento, que requiere de enormes sacrificios, de una gran entrega, de poner tu tiempo, tu esfuerzo y tu energía, tanto al estudio como a la práctica. Casi cotidianamente, sí. Digo “casi” porque es normal tomarse unos días de descanso, y está bien, pero no cuando recién estás empezando. Cuando estás comenzando, necesitás disciplina, fuego, constancia. Después, sí, el camino se puede volver más orgánico, más libre, pero al principio hay que hacer músculo.
Luego, entender por qué vas a seguir tal o cual camino. Si no tenés claro por qué querés hacer lo que estás por hacer, no sigas. Frená. Respondete la pregunta. Luego avanzá. Esto, repito, solo lo podés hacer vos y nadie más. Y una vez que tengas eso claro, antes de ir corriendo a hacer ritos, juramentos o meter sangre en sigilos, aprendé las bases del sistema. Leé tanto como puedas. Hablá con gente con más experiencia. Hacé preguntas incómodas. No te quedes con lo primero que te dicen. No idealices a nadie. Después de todo eso, si todavía sentís el fuego, si todavía querés seguir, entonces sí: armate un programa de estudio y práctica. Tener un marco te ayuda a no estar en el aire. Planificá tus días, anotá tus rituales, llevá un registro de lo que hacés y lo que sentís. Pedí feedback, pero no a cualquiera: a gente seria, que tenga camino recorrido. No des por sentado las cosas. Una cuota de racionalismo nunca está de más.
Es urgente devolverle al ocultismo, en todos sus formatos, el valor que de verdad tiene. No sé ustedes, pero a mí me harta un poco ver tanto mamarracho en internet mostrando idioteces, altares híper cargados y parafernalia vacía que no tiene alma. Puro show, puro humo, pura teatralidad. Y claro, eso después alimenta la frustración de quienes realmente quieren aprender algo. Porque ven todo ese circo y piensan que eso es lo correcto. Pero no, eso no es lo que vale la pena.
Vamos por un ocultismo que sí valga la pena. Uno que tenga raíces, que tenga carne, que te sacuda por dentro. No uno de escaparate, no uno de hashtag. Uno que sea real, vivido, sentido y sobre todo, practicado.
Gracias por leer.
Daemon Barzai